jueves, enero 26, 2012

CANTO A LA ETERNIDAD, EL LIBRO.

Canto a la eternidad

Fantasma desnudo

No quiero habitar en tus sueños
como un fantasma que se desnuda
antes tus ojos y se masturba
quiero
tan sólo quiero
quiero ser lo que siempre he sido
un fugitivo que huye de sí mismo
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria

Cementerio de luz

El sol en la distancia deshoja la noche
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces
el trino de unos pájaros de luto
ilumina de sombras la mañana
un largo camino de sangre viene de la eternidad
es aquí donde termina
donde el sol libera de la esclavitud de la noche
al rocío

Pupilas rotas por el dolor

Ríos coagulados en las mejillas del tiempo
lámparas heridas por las sombras
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada del otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres del invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño

La vieja Belén

Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén

Los duendes del rocío

Se esconderán todas las estrellas
despertarán los duendes invisibles del rocío
y asaltarán el día
que con su repentino temblor de luces y sombras
recibe al sol
y lo acompaña hasta el horizonte
donde la tarde entrega su trono a la noche
y en un aserradero de humo
incansables leñadores Intentan en vano
cercenar el corazón alegre de las flores

Ángel de ternura

Ese ángel de ternura que en tus ojos tiembla
busca en los pergaminos del tiempo
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril

El aroma de tu voz

el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos

Amo esa luna

Amo esa luna que en tus ojos
no deja de cantar a la noche


Hijos póstumos del rocío

Mis padres
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo
del relámpago y la lluvia
cuando el trueno iluminaba de misterios
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores
de una primavera truncada por el peso
de las cadenas y los arcabuces
allá
muy lejos en la memoria
una embarcación encalla entre los arrecifes
de los sueños
y bajo el resplandor de una luna de cal
melancólicas tamboras atan mi vida
a la nostalgia
es aquí donde mis padres
un hombre
y una mujer
ignorados leñadores
perdidos en el confín del monte
diseñaron este traje de carne y hueso
que he llevado puesto por tanto tiempo

A mis padres Sergio Bautista
y Cosuelo Acevedo

Mi origen

La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.

La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios de agua.

La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia

África es en mi corazón una hoguera que se enciende entre mis ojos cuando miro hacia atrás, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.

Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.

Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.

Racimo de luz

esa es mi voz
eco lejano de tamboras ahogándose
en la mirada ausente de la eternidad
madreselva que se enreda en la brisa
árbol nocturno de sonidos
barco de humo derritiéndose en la alborada
luna de papel hundiéndose en el mar
densa atmósfera de clorofila
caballo de azúcar cabalgando
sobre la arena luminosa del verano
estampa de sangre en las paredes del futuro
mi voz
eco de lágrimas salpicando las ciudades
heridas por la guerra
aroma desolado
campanas de agua
racimo de luz en el pozo de la muerte
grito de guerra
canto de amor
es mi voz

Murallas de papel

Santo Domingo
avenidas desoladas
autos veloces
transeúntes atrapados en burbujas de neón
luces derritiéndose en las paredes de los altos edificios
suburbios que se los traga la noche
ríos contaminados
malecón de sombras
obelisco de cera
murallas de papel
y tres puertas siempre abiertas



Otra vez Santo Domingo

Ya es de noche
por la avenida Duarte
una oleada humana se escurre
entre los cristales de las tiendas y la fantasía del neón
en el parque Enriquillo agónicos bebedores de triculí
comparten su morada con los palomitos del malecón
que huelen cemento
atracadores y policías se confunden entre las sombras
y las luces de la zona colonial
esperan que sus victimas
atraviesen los límites de la inocencia
para atraparlos entre las redes de la locura y el miedo
en Villa Juana y la Ciénaga
vendedores de crac y marihuana
ofertan sus productos al mejor postor
son las 3:00 A.M.
los jevitos de la Lincoln ebrios de cocaína y velocidad
se masturban a nombre de la madre
de la sociedad que los parió
y en la París con José Martí
viejas prostitutas de algodón
hacen el amor a la soledad
a esa misma hora en la calle el Conde
frente a la catedral primada de América
un mendigo defeca en la conciencia de todos nosotros
desde la calle Isabel la Católica
un fantasma lo observa
y se aleja llorando
es la ciudad
en el semáforo de la Sarasota con Jiménez Moya
mendigos Haitianos se suicidan con sus cuchillos de miseria
y en la zona norte
precisamente en Capotillo
último reducto de la esperanza
la policía reprime a la población
que protesta contra el FMI
y Joselito muere asesinado
mientras que en Boca Chica
una turista Alemana se da un baño de sol y playa
el sueño de Hitler es ya historia
a su lado
un negro criollo duerme tranquilo


Cascada de sueños


Cascada de sueños
arco iris de amor
días completos de lluvia
breves días de sol en tus ojos hacen retoñar la primavera
caballos de gloria cabalgan en tu memoria hacia la eternidad
en tus palabras la rabia y el olvido pelean hasta morir
y es la rebeldía
la que desde la puerta de una lágrimas dice adiós a la quimera
y en tu sonrisa quijotes de plata van sembrando de luz
los páramos distantes de la esperanza
en tu mirada un ángel de ternura amasa el barro estridente de la vida
y es tu corazón un jardín donde la luna florece mariposas


Nudo de lágrimas

Ya nadie podrá desatar el nudo de lágrimas
que me ata a tu recuerdo
aquí estoy
perdido entre los oscuros espacios que dejan los sueños
en los resquicios de la nada
goteras de sal caen sobre las sábanas blancas del insomnio
y de luto se han ido vistiendo todos los árboles del camino
que lleva hasta mi casa
desnuda y triste la quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras anidan en los sonidos oxidados de mi voz
y hace siglos que los ojos de la ausencia lloran mi vida
sobre las grandes capitales del mundo
el humo de las chimeneas bosteza su veneno
es la luz
un espejo donde el horizonte se mira y envejece
y en las íntimas habitaciones del agua
una sirena llora desconsolada su eternidad
y desde la ventana principal de la alborada
alguien que no conozco me dice adiós




Canto a la eternidad

El día llegó agotado de pelear contra el tiempo
Y se dejo caer sobre la tierra
recostó su cabeza sobre las altas montañas
Y sin prisa se durmió
Despertó
cuando la tarde besó su frente con ternura
y se alejó cantando hacia la eternidad


Aspas de sombras

Abatida por la metralla
la noche se eterniza en la mirada
ausente de la muerte
campanarios heridos por el silencio oxidado
del invierno
carne desnuda en su púrpura inocencia
temblor y congoja en la selva
grito desolado
flores incineradas
aspas de sombras
llora la sangre en alas de la eternidad
voz quebrada de quijote
muerte que da vida a la vida
vida que no termina con la muerte
cadáveres sonámbulos girando
alrededor de la alborada
y más allá de los sueños
la esperanza aún retoña
en el acrisolado destello del rocío

A Raúl Reyes

Testimonio de mayo

He vivido atado a los recuerdos
a los momentos irrecuperables de mi infancia
a las mañanitas memorables del rocío,
a los días inolvidables de la primavera
a las noches esplendorosas de luna llena
aún tengo pegado en la piel
el claroscuro resplandor
de los días interminables de mayo
y el olor de los potreros guía mis pasos
por el camino de los conucos
hacia la soledad inmensa de la lluvia
y el verde invisible de la clorofila hiere mi voz
con el olor de las flores
aún los duendes invisibles del invierno
rondan mi memoria
y más allá del horizonte de mis ojos
un niño descalzo llora su hambre


LA PRIMERA LUNA DEL INVIERNO

Atardece, en la punta más distante del horizonte, el sol como un náufrago solitario se hunde despacio en un océano de mariposas multicolores que revolotean alrededor de la nada. Las sombras como pájaros fúnebres van cayendo sobre la tierra que ciñe sobre su cintura su vestido de luto y por las avenidas de las grandes capitales del mundo, las luces montadas sobre el caballo azul del viento persiguen las sombras que se esconden entre las agrietadas paredes del tiempo, dos ventanas en mi rostro se abren al universo, en ellas un complejo organigrama de estrellas giran alrededor de la primera luna del invierno.


El abismo de los sueños

De niño nunca imaginé la redondez de la tierra
la sospechaba plana
pensaba que el mundo
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre
siempre tuve el cuidado
de no alejarme mucho de la realidad
para no caer en el abismo de los sueños


Huracán

Entre junio y noviembre
los vientos que vienen del atlántico
se abalanzan con furia
sobre todas las islas del mar caribe
dejando sobre las ciudades destruidas
sus huellas de sangre y dolor

Peces luminosos

Un río de peces luminosos inundó la ciudad
sepultada bajos los escombros del invierno


Piedra resplandeciente

En medio de la noche
la muerte se riza el pelo
sentada sobre una piedra resplandeciente
se mira en el espejo del universo
en su infinita soledad nadie la consuela
ni siquiera el tiempo seca sus lagrimas
sólo la mira y sigue su rumbo hacia la eternidad


Sin más preámbulo

No quiero morirme perdido entre las luces
de esta ciudad que tanto amo
prefiero en un cementerio baldío
arrancarme los ojos
y tirárselos a los lobos
y luego caminar por las calles dando tumbos
ebrio de soledad
borracho de tristeza
y al llegar a la puerta de la eternidad
sin más preámbulo que una lágrima
suicidarme

Ola de sal


El tiempo se ha roto con tu ausencia
dejando un rastro de eternidad en mi voz
a veces la sensación de tu partida
levanta en mis ojos una ola de sal
que destruye los cubículos
donde el olvido se esconde
y todas las noches
la luz
va dejando espejos de luna
en las paredes de la alborada
donde los niños
con los dedos tiznados de ternura
escriben tu nombre
Miguel


A Miguel Ángel Acevedo


RAYO DE ETERNIDAD

Nací junto al resplandor azul naranja de los sueños
en brazos de la quimera
cuando el sonido ancestral de los tambores
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea
en la telaraña de la utopía y la nostalgia
nací herido por un rayo de eternidad
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido
lejos del mar y la primavera
en el preámbulo de las mariposas
un día de otoño
cuando los soles eclipsados noviembre
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer



Evidencia

Más allá del bohío
el olor vegetal de los hornos
evidencia que el hambre ronda
los días


pájaros de oro

Esta tarde de de mayo
pájaros de oro Petrificados en el viento
migran hacia los oscuros rincones del agua

la quimera

La quimera
herida por un rayo de eternidad
agoniza en brazos de un ángel


el sol

El sol
con sus dedos perfumados de clorofila y rocío
golpea las puertas en penumbra del amanecer




SIRENAS DE SAL

Malecón de eternidad que el mármol salobre de las olas oxida
mar perdido en el horizonte nebuloso de la historia
puertos abandonados en los angares del olvido
barcos hundidos en un archipiélago de sangre
sirenas de sal
piratas tuertos del corazón
fantasmas devorados por el tiempo
látigo de azúcar en la espalda mutilada del futuro
murallas de arena
ciudad atrapada entre las luces y la nostalgia
siluetas aprisionadas en la telaraña de sus miedos
edificios de humo
calles que se pierden en los oscuros laberintos de las noches
y más allá de los sueños tres puertas siempre abiertas


La insignificante grandeza

Quiero dejar testimonio de la insignificante grandeza de nuestras vidas. Gritar, que sobre la primavera que con sus manos fecundas hicieron florecer nuestros abuelos, construyeron una gran ciudad.

Que de esa tierra que en mi corazón es un canto no queda nada, sólo recuerdos, recuerdos edificados sobre las cenizas de nuestra nostalgia, recuerdos tan enraizados en mis palabras que en mi voz anidan los pájaros fabulosos de mis sueños que más allá de la polvorienta geografía de mi cuerpo iluminan los cubículos del olvido, en donde la civilización enterró toda nuestra alegría.

Que en nuestra forma simple de ver la vida no advertimos que el mundo de más allá de la alborada ambicionaba nuestras tierras, que la modernidad avanzaba inexorable hacia nosotros triturando entre sus fauces todo lo que encontraba a su paso, que por el camino real a menos de una hora de distancia a pie, la ciudad resplandecía en todo su esplendor, sus avenidas románticas con sus ventanales que todas las tardes daban al mar, las luces que herían el corazón de las sombras con sus cuchillos color del oro viejo, sus pomposos edificios preñados de sueños, sus mujeres de algodón que vestían sus corazones con las luces primeras del alba para no morir de pena atrapadas por la soledad, sus escuálidos hombres vestidos con los colores más estridendentes del arco iris, sus ruidosos automóviles ebrios de distancia y sobre todo sus noches bulliciosas, con sus casinos, donde el azar y la ambición atrapaban a los hombres en sus tentáculos imposibles, sus cines de melancolía de la Duarte y la Mella, donde la quimera llevaba a los espectadores en un viaje sin retorno por lo túneles infinitos de la fantasía, el mar Caribe con sus barcos fantasmas esfumándose en el horizonte, las vidrieras de las tiendas que atrapaban nuestros sueños en el bucólico encanto de querer tener y no poder y mirábamos hacia dentro de nosotros mismos y terminábamos parados frente al espejo de la vida harapientos y descalzos en un mundo ajeno y extraño, como extraño éramos nosotros en ese mundo y de nuevo volvíamos a nuestras tierras en donde la vida transcurría sin más prisa que ir a los conucos, andar por los montes manoteando alguna fruta de lástima, arrear vacas hacia las distantes regiones del rocío , cazar pajaritos endebles para mitigar el hambre de toda la vida y en las noches alrededor de la hoguera los abuelos en una danza nos hablaban de sus hazañas remotas, de su largo viaje sin retorno hasta llegar aquí, de la crueldad del látigo en sus espaldas, de cuando lucharon contra el hombre blanco por su libertad, de sus anhelos por volver al África y de sus raíces enterradas en estas tierras que abonaron con sudor y sangre , tierra, en que a pesar de todo, siempre serán extraños.

Al final de la jornada sin más luces que la de la luna y las estrellas nos alejábamos por los caminos que los grillos iluminaban con su canto, gritando a viva voz la alegría de compartir en una danza la vida, al llegar al hogar con la piel pegajosa de oscuridad dar un beso a mis padres, pedir su bendición y acostarme en mi hamaca, hasta que el sol de un nuevo siglo nos traiga la esperanza que perdimos en el duro batallar contra la
modernidad.


MANOS INVISIBLES
I
Manos invisibles van taponando las heridas del horizonte
por donde se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
II
La tarde lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos residuos del sol
III
En el preámbulo de la noche un niño llora

VESTIDA DE AZUL I

Así vestida toda de azul me acompañas en mis sueños,
viajas conmigo por los senderos del amor,
tan feliz que te desnuda y danza para mi bajo la luna
luego sudorosa y jadeante
corres hacia mis brazos
y en la soledad del tiempo
bajo las estrellas
arropados por las sombras de la noche
hacemos el amor

VESTIDA DE AZUL II

Busco tu rostro que la noche dibuja
en los pergaminos de la ausencia
la ciudad a esta hora empieza a desfallecer
herida por las luces y la soledad
en una esquina bajo la sombra de un farol
una prostituta hace el amor a la nostalgia
ebrios transeúntes suben la escalinatas
de los sueños
y antes del amanecer
ante mis ojos sin ningún rubor
se suicidan
la ciudad
por sus calles de asombro te busco
entre los fantasma de la zona colonial
y te imagino vestida de azul
en los balcones de la alborada
diciéndome adiós para siempre


RUGE LA LUZ

Tumulto de colores
la tarde se inunda de primavera
oleaje de mariposas amarillas
estrellándose contra imaginarios acantilados
en tu mirada el viento clarea el horizonte
con un olor a flores fosificado en el tiempo
en lo infinito el sol parece una moneda perdida
ágata que se rompe en la mirada de un ángel
ruge la luz
al compás de los tambores del silencio
la noche hace su llegada triunfal


RAYO DE ETERNIDAD


Nací junto al resplandor azul naranja de los sueños
en brazos de la quimera
cuando el sonido ancestral de los tambores
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea
en la telaraña de la utopía y la nostalgia
nací herido por un rayo de eternidad
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido
lejos del mar y la primavera
en el preámbulo de las mariposas
un día de otoño
cuando los soles eclipsados noviembre
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer




CABALLO DE SANGRE

Derrotado el día
se aleja montado en un caballo de sangre


ECHAN RAICES

En mi voz
las palabras echan raíces


EN LA SED DEL AGUA

El sonido de las tamboras
reivindica en la sed del agua y la sangre mi origen



HAIKUS


Ya es invierno
con su vestido blanco
danza la noche


Luna de papel
sobre las noches del sur
un farol brilla


Un perro ladra
las tres de la mañana
cantan los gallos

Sobre Palestina
pájaros fúnebres
danza la muerte



SUSURRO IMAGINARIO

Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio
es apenas un susurro imaginario
que se pierde en la noche



ANAQUELES DEL ALMA

Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras de la tarde
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela mamá tita todavía recolecta
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
teje mantos de sombras con los que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar





DETRÁS DEL ESPEJO

Detrás del espejo duerme un fantasma
en sus ojos la luz pelea contra las sombras
por eso es que la habitación se ilumina de mariposas
que traspasan las paredes de la noche
hasta diluirse en la distancia
que va de los sueños al amanecer


CON ALAS EN LA ESPALDA

Ese niño con alas en la espalda
y el cielo en la mirada
que todas las tardes como testimonio de su breve edad
me trae en su voz de pájaro
un ramillete de flores silvestres
tiene en la sonrisa
alegre la mirada
y un corazón de azúcar derretido en mis palabras
tierna la azucena en sus manos
como un relámpago perfuma el sendero
por donde sus pasos se alejan del ocaso a la aurora
a iluminar de ternura mi alma

A Guaroa Acevedo mi hijo.

ESPECTADORES DEL ALBA

Me abruma la terca agonía
de los indigentes de la zona colonial
residentes permanentes de las sombras
efímeros inquilinos de las frías madrugadas de enero
invisibles espectadores del alba
van dejando por donde pasan
el aroma inconfundible del hambre
pasajeros de un tren sin destino
son victimas de una sociedad
que en grandes vasijas de plata
lava con sangre sus manos
ignorados transeúntes de calles heridas
por cinco mil años ausencia
cómplices de las prostitutas del conde peatonal
bohemios del rocío y el salitre
aventureros insomnes de la miseria
lunáticos mutantes de la desdicha
que en la Duarte
frente al parque de las palomas
se desnudan y danzan hasta morir



TRAMPA ANCESTRAL


Pedazos de luna derritiendo entre los espejos de las madrugadas
espada vencida por la gloria
relámpago anfibio
torbellino de luz
tres naves carnívoras navegando entre la bruma de agosto
hacia las luces y las sombras de octubre
boca llena de una luz mineral
trampa ancestral
junto al sendero del ocaso un lirio resplandece
sonidos de tamboras en la voz destemplada del viento
trapiche desolado
cañaveral ensangrentado por un sonido de cadenas rotas
danza victoriosa
litoral de cenizas
lagrimas de cera en los ojos de la quimera
y más allá del resplandor amarillo de las olas que iluminan el amanecer
cadáveres mutilados chorrean sangre sobre los pergaminos de la historia






ALBORADA DE MARIPOSAS AZULES.


No fui más que un niño que siempre anduvo perdido en sí mismo, en los conucos lejanos del abuelo Ismael aprendí de la vida, todo lo que sé hoy, fueron los potreros del tío Juan mi escuela y en las lejanas regiones del rocío era donde podía mirarme al espejo y encontrarme tal cual era, un niño hecho de ceniza y barro con la mirada torva, perdida en el infinito, que escribía todas las tardes en los pergaminos del viento su historia envejecida en su dolor vegetal.

Era toda mi alegría poder correr por el bosque hasta cansarme y terminar de bruces entre los arbustos mágicos de las tardes, hablar con los animales y los árboles, pasear en el viento más allá del horizonte y regresar en las nubes al lugar de donde nunca partí y encontrarme como siempre arrullado entre los brazos de mis padres, que me cubrían de la lluvia, que con su corazón de azucena iba dejando pedazos de cielo dormidos en mi piel.

Todas las tardes mi madre y yo nos sentábamos bajo la sombra del gran árbol azul a mirar como los pájaros ebrios de clorofila se escondía detrás de las murallas del horizonte, mientras una peregrinación de mariposas ancladas en los ventanales del ocaso agonizaban en la mirada quimérica de un ángel.

Hoy no hay más alegría que este canto bajo esta luna de jade. Por el camino del alba las huellas del rocío se evaporan entre los pies descalzos de un sol precoz que siempre en noviembre pasa de largo a esconderse entre los matorrales atardecidos de la distancia.

Alborada de mariposas azules heridas por los puñales del otoño, junto al fogón doña Lola hierve jengibre que ofrece al paladar para ahuyentar a los duendes del frío y en un rincón de la memoria, Cató todavía fabrica con sus manos de ternura los colores del amanecer y en algún rincón de mi alma la abuela Mamá Tita recolecta los residuos perdidos de nuestro pasado. Muchas veces ella y yo imaginábamos escuchar en la voz destemplada del viento, el lejano sonido de nostálgicas tamboras, grito de guerra, canto de amor, danza que en las noches aun nos libera del peso de una historia amarga que escribieron con su sangre nuestros abuelos, para que mi voz, quinientos años después pudiera abrir las puertas que el tiempo creyó haber cerrado para siempre.

Nací en esta tierra que tiene el color del olor del topacio, donde los colores vegetales de la primavera se levantan como una ola que inunda todos los rincones del bosque de mariposas, que al morir van dejando un rastro efímero de luz, arco iris coagulado en una lágrima.

Por el camino real, el tío Alberto regresa, parece flotar sobre la tenue oscuridad del atardecer, la tía Agustina en la ventana lo ve llegar, espera como siempre que él, lleve las vacas a los corrales, se dé un baño, vaya a la ventana, le dé un beso y luego se sienten todos en la mesa a cenar.

En las noches mi padre, como un fantasma se perdía entre las sombras hacia las carboneras a vigilar los hornos, para que el fuego no consumiera los sueños y así poder derrotar el hambre, que acechaba entre los resquicios de las horas más largas del verano.

Primavera insular, caserío perdido junto al bosque del olvido, flamboyán amarillo, anacahuita de cristal, bajo los limoncillos florecidos, la tía Tatín con su escoba arrincona contra los espejos de la tarde las cenizas que deja el otoño en la mirada de la tía Aurora, que aún busca en su interior el camino de regreso al paraíso que nos robó la modernidad, ignora ella que morirá arrinconada contra sus sueños sin volver a ver el sol desde los ventanales primaverales del alba.



LIRIOS Y ESPEJOS

Relámpagos sombríos
nubarrones oscuros y fugaces
truenos lejanos
mayo está cerca
las lluvias llenarán de sombras la tierra
los caminos se llenarán de lirios y espejos
y el sol dejará en mi piel un rastro de eternidad


MAYO 1961

Mayo va dejando en un portafolio de eternidad
su olor a olvido


PLATAFORMA DE SANGRE

Plataforma de sangre
una enredadera de pájaros sombríos
trepan por las paredes del miedo


Haikus 2009

1
Espejo de oro
El sol tras las montañas,
Amanece.
2
Voces lejanas
Olor a café tostado
Cantan los grillos.
3
Luna de papel
Noches de tercio pelo
Un perro ladra.
4
El mar suspira
Santo Domingo
Luz y salitre
5
Viento del norte
canto de primavera
cayena en flor.
6
Cristal molido
perlas tan, tan distantes
frías estrellas.
7
Triste la tarde
un camino en sombras
un niño corre.
8
El mar caribe
viejas ruinas de papel
calles de sombras.
9
Junto al Ozama
una ciudad resplandece
Santo Domingo.
10
Un transeúnte
por la ciudad perdida
pasos sin rumbos.



INTIFADA

Muy temprano
antes
muy antes
que las campanas del templo
llenen de mariposas las mañanas
los niños
con sus sueños debajo del brazo
se visten de milicianos
y corren hacia el futuro
temprano de la muerte
ondeando felices
la bandera multicolor
de la esperanza

Al pueblo palestino.


EBRIOS ARLEQUINES


Calles de insomnio
malecón de ceniza
puerto de sal
río que abraza el mar
mar que besa el cielo
cielo que se traga la ciudad
ciudad amurallada en sus raíces
por sus avenidas de luto
antiguos transeúntes se pierden en un pantano de luces y sombras
y en los balcones del verano
hermosas prostitutas de porcelana
la noche acorrala
en el conde peatonal ebrios arlequines danzan bajo las lunas de otoño
y los mendigos atrapados en la telaraña incierta de su destino
todas las noches se pierden en los cubículos del hambre
y en la soledad absoluta de la indiferencia
niños que agonizan escondiéndose detrás de sus sueños
y atrapados en las catedrales del olvido
antiguos fantasmas lloran desconsolados su condena de eternidad


HAYKUS


Canto nocturno
murciélago de papel
luna de plata

En el estanque
Croa la rana
letanía de olvido

Ventarrón de sal
lluvia de caracoles
espejos de agua



UN SORBO AMARGO DE SOL

Es tu ausencia un puñal clavado en mi voz
herida que salpica de silencio las palabras
árbol de pájaros azules
en medio de la pradera imaginaria de los sueños
por un pedazo sombrío de la tarde
asoma un sorbo amargo de sol
campanario de agua
que repica en la mirada del ocaso tu nombre
atrapados en los cubículos de las sombras
tres ruiseñores de sal
estampan en las paredes del olvido
tu nombre





DIALOGO CONMIGO MISMO

El metro
el pacto
la asamblea revisora
la reforma
la contra reforma
el congreso
el aborto
la iglesia católica y su doble moral
el cardenal
Agripino Núñez Collado
el dialogo nacional
dialogo de mudos
en un país de sordos
el presidente del senado
el hombre del maletín
la corrupción
Alejandrina Germán
la complicidad
Julio Cesar Valentín
el teatro
la comedia
los jueces
la cámara de cuentas
el escándalo
el descaro
el derroche
ayer andaban en chancletas
hoy andan en yipetas
la celular manía
la JCE
la democracia edificada sobre los pilares del fraude
el narcotráfico
el sicario
la suprema corte de justicia
la extradición
el entreguismo
el fondo
la crisis mundial
la economía blindada
la mentira
salud pública
los medicamentos falsos de PROMESE
los muertos inútiles
la gripe AH1N1
la malaria
el dengue
el señor Bauta
con su cara de idiota
siempre en la TV
hablando sandeces
y de nuevo los muertos inútiles
gravitando en su conciencia
el PEME
barrio seguro
Luís Hinchaustegui
Franklin Almeida
Teóricos de la invención
Arquitectos de la falacia
la CDEEE
el PRA
los apagones
Radames Segura
Ejecutivo de la corrupción y el nepotismo
el viejo temo
con su teoría barata
sobre el desarrollo y la economía
puras mentiras
basura
cuartillas perdidas en los zafacones
de la historia
la cementera
Acero Estrella
la deuda
que no es externa
ni mucho menos eterna
ochocientos millones
los Haitises
el medio ambiente
el campamento
los muchachos
la protesta
Navarrete
la represión
el derecho a la vida
los derechos humanos
el crimen alevoso del estado
contra los que en las calles
protestan por el derecho a vivir
el presidente
la mascara
el discurso
la verborrea
la escuelita
la farsa
el progreso
la pobreza
la corrupción
el estado
el narcotráfico
el narcoestado
la policía
la delincuencia
y de nuevo el narcotráfico
el crimen
Quirino
El ejercito nacional
el caso paya
la marina de guerra
los estamentos del estado
la complicidad
la inhibición
el limbo
la impunidad
el soborno
el funcionario
el político
el saco
la corbata
el carro de lujo
las queridas
la orgía
la esposa
el guarda espalda
la cuenta bancaria
la tarjeta de crédito
la estafa
el trafico de influencia
al nepotismo
los bonos soberanos
la deuda externa
que si es eterna
la corrupción
que no interesa
si es roja
blanca
o morada
que pena que a nadie importe
que tres partidos
comprometidos con la corrupción
el narcotráfico
el robo y el crimen
cada cuatro años se repartan el país

CROA EL SAPO

Croa el sapo
las estrellas clavan en el corazón de la noche
sus cuchillos de sal
el viento se enreda entre los árboles
y cae a un abismo de sombras
el mar en la distancia se confunde con el cielo
en un abrazo de eternidad
y la ciudad no es más que un espejismo
que se desvanece en la mirada agónica de los mendigos



TRAJE DE AUSENCIA

La nada me atrapó en medio de la noche
vistió mi alma con el traje de la ausencia
y me llevó a través de los sueños
A los brazos de la muerte




LA SANGRE ES UNA FLOR

Todavía fresca la sangre en el asfalto
es una flor que el viento deshoja en la memoria



RETAZOS DE SOL

Retazos de un sol que agoniza
se escapan por las rendijas
de los árboles en el horizonte
un tropel de mariposas a la deriva
se pierden entre los pergaminos
distantes de la tarde
la luna como un anillo perdido en el mar
resplandece y desaparece al compás
de las olas del tiempo
que la oxida y la entierra en la arena azul
del universo


Bajo la luna
cara de ceniza
una lechuza


Domingo Acevedo.
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